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Personaje

Un viaje al punto de origen de Gabriel Boric

Un viaje al punto de origen de Gabriel Boric

Escribía poesía, participó en una obra de teatro, y navegó en kayak durante cinco días por el Estrecho de Magallanes. Fuimos a las tierras del candidato de Apruebo Dignidad, hablamos con los amigos, un profesor y visitamos la casa del abogado postulante a la presidencia de Chile.

Por: Nicolás Durante | Publicado: Domingo 25 de julio de 2021 a las 04:00
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“Soy el hombre construido de montañas. De montañas y de grandes aluviones. Aquellos que lloraron los dioses de pena acumulada. Los mismos dioses que vendimos al infierno”. 

Así parte el poema “Yo soy” escrito en 2001 bajo el seudónimo de El Gorrión, en un pequeño taller literario de colegio bautizado como La Bandada. Detrás de esa prosa está Gabriel Boric Font, hoy candidato presidencial del pacto Apruebo Dignidad, tras ganar ampliamente a Daniel Jadue en las primarias del domingo pasado.

Eran los años de educación media del estudiante nacido en Punta Arenas, en la XII Región de Magallanes, donde pasaba sus ratos libres entre el fútbol, la poesía, poniendo música en una radio, y haciendo política. Todo, en una de las ciudades más hermosas, prístinas y australes del mundo.


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Lo primero que dice Óscar Barrientos, su profesor de Lenguaje en el Colegio Británico de Punta Arenas, es que Boric seguía hablando después de terminada la clase. “Un alumno inquieto, preguntón, acucioso, curioso”, asegura el escritor y profesor de la Universidad de Magallanes, sentado en un café del centro de la ciudad. Hoy, cuando lo ve en TV, lo reconoce perfectamente: es el mismo Gabriel enérgico, apasionado y entretenido de hace 20 años, rememora.

Oscar Barrientos

Gracias a ese taller que armó, permitió que el abogado de la U. de Chile conociera en persona, por ejemplo, al poeta Gonzalo Rojas y a Patricio Manns, figura de la música popular chilena. 

Pero no solo de literatura vivió el adolescente Boric. También incursionó en el teatro. En ese mismo taller inventaron la obra “Instrucciones para estrellarse contra una ciudad deshabitada”, que trataba de una especie de demonio que viajaba a la tierra en un meteorito, y en el camino iba juzgando personas: un empresario avaro, una cantante de ópera que había matado al amor de su vida, un hombre que quería volar. Boric, en pijama y con un candelabro, daba el monólogo inicial. 

En el mismo colegio había una radio. Una de las grandes conquistas de uno de sus amigos, que fue electo presidente del Centro de Alumnos, fue la autonomía para poner música, recuerda Felipe Valenzuela, un ex compañero de Boric en el colegio. Mientras Valenzuela ponía cuánto cassette de Inti-Illimani y Patricio Manns pudiera, Boric se inclinaba por el punk, estilo musical que marcó su adolescencia. 

Pero la inquietud política ya estaba arraigada. Entre 1999 y el 2000 el actual candidato presidencial participó en la refundación de la Federación de Estudiantes Secundarios de Punta Arenas, mucho antes de la Revolución Pingüina de la que él mismo fue clave desde la U. de Chile. Y en el taller de literatura que armó el profesor Barrientos en el colegio, también hablaban de política. “Ya entonces era un joven marcadamente de izquierda. Y no hablo sólo de Gabriel sino que de su generación, que ha estado llamada a repensar la izquierda. Pega que no es fácil, porque habitualmente es un sector que tiende al divisionismo, la fragmentación. Y esa generación ha dado muestra de una persistencia de ideales. Eso es hermoso”, dice Barrientos.

El Manifiesto del Madero 

Esos mismos ideales llevaron a un grupo de diferentes cursos y colegios, entre ellos Boric y Valenzuela, dos años mayor, a juntarse después de clases en un bar de la ciudad, que hoy ya no existe. “Conversábamos de política, leíamos, eran las primeras aproximaciones de qué significaba ser de izquierda. Este grupo tenía ciertas pretensiones de hacer la revolución. Casi todos nos fuimos a Santiago o Viña y teníamos el mandato de ser electos en nuestros centros de alumnos”, revela Valenzuela. 

De hecho,firmaron un documento que se llamó El Manifiesto del Madero, en honor al pub. A mano, cada uno prometió sobre ese papel hacer lo posible por terminar con la injusticia, y perseguir la emancipación de la humanidad y de la solidaridad. “Igual era medio en broma, pero no tanto tampoco”, recuerda Valenzuela.

“Había una inquietud intelectual y política y una noción de que las cosas no estaban bien en la sociedad, que había que estudiarlas para ver cómo se podían cambiar y mejorar. Había una actitud súper colectiva también, de entender que esto no era una cosa que uno podía hacer solo”, recalca. Del grupo, Boric es el que más en serio se tomó el compromiso.

Su inquietud por la cultura, además, lo llevó a abrir uno de los pocos centros artísticos comunitarios de Punta Arenas. Para su primer periodo como diputado estrenó al lado de su oficina parlamentaria en la calle Mejicana, “La idea”. Allí, según cuenta el jefe de la oficina, Diego García, tienen talleres de serigrafía, pintura, exposiciones de artistas locales, una biblioteca popular que funciona con trueque de libros, cursos de lenguaje de señas y hasta del juego Go. 

Y ante tanta exuberancia y belleza austral, Boric aprovechó de recorrer, por tierra y mar, los paisajes del fin del mundo. Con Valenzuela hicieron varios viajes juntos, como uno al circuito los Dientes de Navarino, en Puerto Williams, donde pasaron una semana recorriendo, viendo castores y mucha naturaleza. Han ido varias veces. También la travesía al Cabo Froward, que es la punta más austral del continente americano. “Nos fuimos en Kayak desde Punta Arenas. Son cinco días, donde hay que buscar un lugar para refugiarse e instalar una carpa”, recuerda. 

Diego García. 

La cancha de al lado

Son casi las 5 de la tarde del viernes 23 de julio. A su casa, que mira de frente el Estrecho de Magallanes, vienen llegando Luis Javier Boric y María Soledad Font, los padres del candidato, quien es el mayor de tres hermanos. Vienen de pasear a Brownie, un perro grande y café de cinco años.

“¿Cómo se siente la fama?”, le pregunto a Boric Scarpa. “El famoso es Gabriel, uno vive su vida normal no más”, responde entre risas, antes de que Simón, el segundo hijo de los Boric Font, abra la puerta de la casa. “Tuvimos una vida muy familiar, muy feliz. Muy de juntarse con los primos y con los abuelos”, recuerda. En la casa hay fotos de las campañas a diputado de Boric, recuerdos de los abuelos y la familia, además de decoraciones típicas patagónicas. 

Gabriel, recuerda su hermano dos años menor, era muy protector, no arrogante, aclara, pero sí muy de contener. Con el colegio a 15 minutos de la casa, almorzaban todos los días en familia. “Son esas cosas que en Santiago no se dan. Vivir acá nos marcó mucho. Crecimos escuchando el ‘de Arica a Puerto Montt’. Por ejemplo, mis primos sí podían ver los últimos capítulos de Los Caballeros del Zodiaco, y nosotros no. Cuando uno es chico eso no genera rabia, pero sí provoca ganas de preguntar por qué sucede eso”. 

De los otros pasatiempos favoritos de Gabriel con su familia, además de hacer trekking y excursiones de pesca con su padre, abuelo y hermanos, a un lago cruzando Tierra del Fuego, estaba el fútbol. Era bueno, “no espectacular”, aclara su hermano. “Jugaba con pasión”, añade su profesor, Óscar Barrientos.

Simón Boric.

Al lado de la casa había una cancha de fútbol donde jugaban. Incluso, Boric fue parte del equipo Sokol -que significa halcón en croata-, de Punta Arenas. Aunque toda su vida ha sido hincha de la Universidad Católica, una herencia familiar. Eso mismo lo llevó a coleccionar álbumes completos de los mundiales y de los Súper Campeones, que todavía conserva, así como sus mazos de cartas Magic, muy populares en los 2000.

Las preguntas políticas

La política siempre fue tema en su casa. La familia paterna tiene integrantes que lucharon activamente contra la dictadura de Pinochet y su padre es militante de la Democracia Cristiana. Sobre “el tema del día”, de ese viernes 23 en que nos reunimos -el lanzamiento de Yasna Provoste a La Moneda-, Simón Boric Font confiesa que entre ellos, aún no había sido analizado el asunto: “Yo creo que después lo vamos a hablar”, 

Pero en la infancia y adolescencia, las conversaciones de política, más que discusiones acaloradas, eran más bien preguntas para entender la historia política reciente del país. “Desde que éramos chicos tuvimos conciencia de que hubo una dictadura. La familia paterna hablaba mucho. Nosotros hacíamos preguntas. Nunca fueron discusiones ni con tono de enojo. Los tres hijos somos más progresistas que las otras generaciones”, aclara Simón.

Por eso, cuando Gabriel se planteó de izquierda, en su familia no hubo ningún problema. Y cuando empezó a ocupar cargos políticos, tampoco hubo una sorpresa. Lo veían venir. Aunque su madre ha dicho que le daba temor que su hijo se dedicara a algo tan importante y todo lo que aquello implicaría en el futuro. Todo. 

Para el presidenciable, el rol que juegan los Boric Font en Punta Arenas, es de contención. “Somos de hacerle saber que hay un espacio, y lo ocupa”, dicen. Sobre las funas y ataques personales que ha vivido en su carrera política, su hermano sostiene que son actos frustrantes, “pero Gabriel es súper resiliente. Y nada de eso lo derrota, o si no, no estaría en esto. Ahora tiene mucha más templanza y madurez que hace 20 años, cuando armó la coordinadora de estudiantes secundarios de Punta Arenas, y se nota”. 

Eso de sentirse la familia presidencial tampoco les preocupa. “No nos ponemos en ese rol, no es un tema. No somos la familia presidencial, hoy no existe eso. La familia presidencial es con quien Gabriel haga familia, si es que desea hacerlo. Nosotros somos familia de un posible presidente y seguiremos siendo igual que cuando fue diputado. Cada uno con su vida y dispuestos a lo que él necesite, principalmente a la contención”, apunta Simón. 

Al terminar, mientras Brownie revolotea por el antejardín de la casa, Font arregla unas plantas de la entrada, y el hermano posa para las fotos, pienso en el final del poema “Yo soy”, escrito hace 20 años. Y que termina así: “Hoy soy hombre nuevo, nacido de mis sueños”. En noviembre, Boric podría escribir el próximo verso.

El legado que deja Alfonso Swett

Pensó ser sacerdote y filósofo. Terminó estudiando Ingeniería comercial. Fue director de Forus -entre otras varias compañías-, presidente del comité ejecutivo de Clapes UC, líder de la CPC entre 2018 y 2020 y director de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS).

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